Sofía Casanova

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Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal..., mujeres ilustres que en pleno siglo XIX formaban parte del elitista mundo cultural gallego que, como en el resto de España, estaba compuesto casi exclusivamente por hombres. Entre ellas, hubo pioneras que abrieron el camino para que otras, olvidadas e invisibles, pudieran formar parte de ese mundo. Para ello lucharon para lograr ser escuchadas y que sus derechos fueran tenidos en cuenta. Una de estas mujeres valientes, cuya vida transcurrió entre dos Guerras Mundiales, la caída de una Corte Imperial, una Revolución, la proclamación de una República y una Guerra Civil, fue Sofía Casanova, nacida en Almeiras, La Coruña, el 30 de septiembre de 1861. Sofía sería la primera mujer que contribuyó a que todos los españoles de su tiempo fueran conocedores de acontecimientos de importancia internacional.

La infancia de Sofía no fue fácil. Su padre abandonó a la familia tras el nacimiento del hermano menor de Sofía, y sus abuelos maternos tuvieron que ayudarles a subsistir. En aquella época, Sofía publicó sus primeros poemas en el periódico El Faro de Vigo; finalmente, su madre decide trasladarse a Madrid en 1876. Una vez en la capital, la joven Sofía trabaría amistad con Ramón de Campoamor, José de Echegaray y Gaspar Núñez de Arce. Fue tal la fama que empezó a cosechar la joven poeta, que llegó incluso a participar en reuniones literarias en la Corte del rey Alfonso XII, el cual, admirador de su obra, corrió con los gastos de la edición de un libro con sus versos.

Durante su estancia en la Corte, su protector, Ramón de Campoamor, le presentó a un excéntrico profesor, filósofo y diplomático polaco llamado Wincenty Lutosławski, quien cambiaría la vida de Sofía para siempre. Sofía lo dejó todo y se casó con él el 19 de marzo de 1887, instalándose en Drozdowo, un pueblo al norte de Polonia. La pareja tuvo cuatro hijas, una de las cuales moriría de disentería. Durante aquella época, Sofía publicó la novela El doctor Wolski, a la que siguieron una serie de cuentos y de artículos de opinión acerca de la vida en Polonia y en Rusia, los cuales fueron publicados en periódicos como Revista Gallega, Galicia Moderna, España Artística y Revista Contemporánea.

La Primera Guerra Mundial sorprendió a Sofía visitando a sus hijas cerca de la frontera con Alemania. Después de un mes, abandonó la zona rumbo a Varsovia, donde se hizo enfermera de la Cruz Roja. Desde la capital polaca comenzó a escribir una crónica de la guerra para el diario ABC, que la nombró Corresponsal de Guerra en Europa Oriental. Debido al avance alemán, Varsovia fue evacuada y Sofía y sus hijas tuvieron que exiliarse en San Petersburgo, donde la escritora será testigo de la debacle de la Rusia zarista, de la caída de la Corte Imperial de los Romanov y de la Revolución de Octubre. Durante su estancia también fue testigo de la muerte de Rasputín, del Golpe de Estado de Lenin. Y llegó incluso a entrevistarse con Trotski. Durante las revueltas en Rusia, Sofía recibió de forma accidental un golpe que le produjo problemas de visión de los cuales nunca llegó a recuperarse del todo. A su regreso a España, en 1919, Sofía publicó dos obras: De la Revolución Rusa,en 1917, publicada en cuatro partes en el diario ABC, y La Revolución Bolchevista: diario de un testigo, en 1920.